Después del terremoto de Northridge, se descubrió que los edificios con estructuras de acero no funcionaban como se esperaba. El terremoto reveló que las uniones soldadas en estructuras de acero, que se suponían muy fiables, en realidad podían agrietarse significativamente bajo la tensión sísmica. Esta observación llevó a una reevaluación de los códigos y prácticas de construcción.
Una de las figuras clave de esta reevaluación fue Mike Engelhardt, investigador y profesor de ingeniería de la Universidad de Texas en Austin. Antes del terremoto de Northridge, Engelhardt ya había notado problemas con el control de calidad en la soldadura y la posibilidad de grietas en las conexiones entre vigas y columnas. Su investigación, publicada en el Journal of Structural Engineering, mostró un "patrón consistente de desempeño deficiente" en pruebas sísmicas de laboratorio de conexiones de vigas y columnas de acero construidas según los códigos vigentes en ese momento.
El terremoto de Northridge confirmó las preocupaciones de Engelhardt, cuando observó grietas en las conexiones soldadas en el Centro Getty que eran lo suficientemente grandes como para deslizar una tarjeta de presentación. Esto llevó a que la comunidad de ingenieros se diera cuenta de que la memoria colectiva de investigaciones pasadas era algo selectiva y que el rendimiento podía verse significativamente comprometido si las conexiones no se hacían de una manera muy específica.
Como resultado, hubo un impulso para mejorar el control de calidad de la soldadura en edificios con estructuras de acero y para reexaminar los códigos de construcción que permitían estas vulnerabilidades. Sin embargo, la ciudad de Los Ángeles aún no ha requerido modificaciones sísmicas de los edificios de acero fuera de las áreas más afectadas por el terremoto de Northridge, como el oeste de Los Ángeles y el Valle. Aún se desconoce el alcance total del riesgo para los rascacielos de acero, especialmente en el centro de Los Ángeles.